En las tardes extendidas de verano, bien en noches claras de luna llena, se puede ver a la mujer más bella del mundo arriba de su caballo azul. Eso me contó ella. Tan solo un par de segundos, como un sueño dentro de otro sueño, como el cielo partido por un soplo, una estrella fugaz que pasa con su estela astral. Y entonces: la figura recortada sobre el caballo. Calcula que la mujer ha recorrido más de cien mil veces la distancia que va de Kilimanjaro a la Patagonia, aunque no parece cansada. Lleva apuro, sí. Se detiene unos instantes y se marcha como un rayo, quizás a otro lugar que demanda el ojo que lleva en una mano.
—¿Cuál ojo? —pregunté.
—Uno mágico, que todo lo ve —me contestó.
2019: Distinción Cátedra UNESCO
2017: Premio New Horizons Bolonia Ragazzi
2018: Premio Los Mejores Libros para Niños y Jóvenes del Banco del Libro de Venezuela
Jacinta quiere saber cómo hará su mamá para respirar dentro del ataúd y sus tías le dicen que mejor vaya a cuidar a sus hermanos. Jacinta recuerda de su madre el sonido de la cuchara golpeando contra el vaso cuando revolvía la leche hasta dejarla sin grumos. Jacinta ríe con sus hermanos y su papá cuando él puede llegar temprano del trabajo y comen juntos y al final él les saca de las orejas chicles y caramelos. Jacinta es un bicho raro en un mundo donde los demás niños tienen madre. Jacinta no tiene un ángel de la guarda pero una mujer que viaja en un caballo azul vela por ella.
Narrada con la voz de una niña, la novela cuenta la historia de Jacinta y sus hermanos mellizos que dependen de ella para sobrevivir a la muerte de su madre y la ausencia de su padre. Jacinta logra sacar adelante su vida junto a sus hermanos y lo hace, precisamente, de la mano de la literatura, contándoles a sus hermanos una historia de otros niños, de otros abandonos.